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El formidable señor Forn

Foto del escritor: Camilo Fidel López Camilo Fidel López

Actualizado: 24 feb 2023

No pasa muy seguido pero cuando pasa se siente el cambio en la intensidad de la respiración. El pecho, muy al comienzo, se agita y luego, al serenarse, causa la impresión de haber perdido algo de peso. La levitación, en esencia, depende de saber inhalar y exhalar; un truco tan sencillo que rara vez está al alcance de cualquiera. De algún modo, descubrir un autor que encarne, justifique y provoque el deseo de escribir se asemeja a elevarse algunos centímetros del suelo. A levitar sin levitar, dirían los griegos del teatro clásico.

Ya me había ocurrido en años pasados; que recuerde con el negro Fontanarrosa, con John Cheever y con Roberto Bolaño, pero estoy seguro de que fueron un par más. Esa impresión momentánea de que las palabras ajenas e inalcanzables, desde la distancia y el tiempo, nos pertenecen. Esa certeza prestada de que no solo caminamos sobre hombros de gigantes sino que también, y gracias a ellos, somos capaces de ver -y transitar- los senderos que ha dejado su andar y su volver. Al leerlos recorremos el camino de sus palabras, que es nuestro mismo camino. Con la tranquilidad de no ser el primero ni el último. Ya no estamos solos.

Juan Forn, en las oficinas de Página/12


Por supuesto, no se trata de evocar alguna pretensión vulgar de igualar o superar a otros autores, sino más bien de sumarse a una multitud de personajes que convirtieron vacíos en huracanes y se resignaron a ser auscultados por desconocidos en cualquier lugar del mundo. Extraños seres que se inventaron a sí mismos y que, sin oponer mucha resistencia o defenderse, se sometieron al juicio sumario de ser incomprendidos, leídos a medias y de mala gana o, aún peor, a ser citados con propósitos abyectos y distintos a los que los llevaron a escribir. Con frecuencia así se estafa a los escritores.

Espero no cometer esos errores con Juan Forn, el más reciente descubrimiento y la más nueva de mis levitaciones. Apenas he leído las primeras ciento cuarenta y nueve páginas de su libro de historias “Yo recordaré por ustedes”, una compilación de sus relatos incluidos todos los viernes, desde 2008, en el diario argentino Página/12. Aunque sería apresurado -y atrevido- hablar de su obra, lo poco que he presenciado, con suma fascinación, me permite pronosticar que entrará con prontitud en mi listado privado de inspiradores. Desde el lunes pasado, sus acertadas y sobrecogedoras palabras me han capturado en las montañas del Quindío, en un vuelo corto del avión y de regreso a casa del trabajo subido en un bus repleto. Sin excepción, en todos estos lugares me ha embargado la profunda convicción de tener que seguir escribiendo.

Gracias señor Forn. Su sentir al narrar, la forma conocida que toman sus palabras al desenvolverse y la naturalidad de los mundos que relata con destreza, ya sea la China de emperadores japoneses o su experiencia con Bioy Casares, me han hecho sentir que puedo. Que yo puedo. Acepto que será un camino largo que en algún momento terminaré por entender. Por ahora me dedicaré a disfrutar del suyo. En todo caso, si alguna vez me cruzo con usted le agradecería me recordara la deuda que, entre los dos, queda pendiente.

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Mauricio Peña
Mauricio Peña
08 mars 2023

Creo recordar lo que, según Forn, le dijo Bioy Casares al regreso del viaje aquel (¿a la presentación de un libro? Lo he olvidado): "fue una pesadilla de lo más amena". Me ha parecido una frase sublime. Las anécdotas, citas y cierres de Forn acerca de todos los autores y épocas son inigualables.

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